jueves, 31 de julio de 2008

Una historia


El otro día estuve comiendo en el Ganga por tercera vez.
Esta vez tomé pollo Balti y vegetable cutled.
(Cutled,¿pero eso no es algo así como "cortado"?; bueno no sé, eran una especie de tortas de verdura rebozadas... con la salsita de mango estaban muy buenas).
En la mesa de enfrente había sentados un hombre y una mujer, muy trajeados y elegantes, que andarían camino de los sesenta.
Ella era rubia, ya te digo, muy arregladita, de mediana estatura y no le veía la cara porque estaba sentada de espaldas a mí, pero la imagino con gafas, el rostro surcado de arrugas y la nariz afilada.
Fue guapa de joven, y aún le queda un punto de coquetería y deseo de mostrarse bella.
A él, en cambio, le tenía de frente.
Era muy alto, con el pelo blanco y maneras delicadas. No paraba de hablar en todo el rato, y yo me enteraba de casi todo lo que decía... si hubiera tenido a mano mi cuaderno, casi hubiera podido transcribir todo su discurso, pero me lo había dejado en casa.

-Hay que tener mucho cuidado con el ordenador-estaba diciendo-hay que entenderlo muy bien, porque a veces, uno no se da cuenta, y trastoca todo un texto, lo descoloca completamente y hay que volver a empezar la corrección otra vez...-hablaba con seguridad, ni demasiado rápido ni demasiado lento, vocalizando claramente cada palabra, que salía limpida y cristalina de su boca, y gesticulaba con sus manos(unas manos proporcionadas, no esas manazas grandes que tienen algunas personas altas pero desgarbadas, unas manos finas, elegantes, que se movían y flotaban como las de un profesor de universidad o un sacerdote, manos delicadas, acostumbradas a tratar con libros...)
-Las palabras-decía con entusiasmo-las palabras son fascinantes, no ya conocer su significado, si no su origen, por qué tienen la forma con la que las conocemos... hice hace poco un descubrimiento interesantísimo con la etimología de la palabra mito, porque consultando un diccionario inglés de 1778, resulta que...

Y se lanzó en un discurso que creo que no llegué a comprender plenamente, y temo que su acompañante tampoco...
Ella comía como distraida, tomando bocados menudos con el tenedor y, de tarde en tarde, debía susurrar algo,porque el hombre callaba un poco y decía, un poco confuso "claro, claro"... y luego seguía rajando...

-¡Ah!, como estoy disfrutando de esta comida, que lugar tan agradable, y ¿el nombre? ¿Ganga? ¿que querrá decir? Supongo que no se referirá a la "ganga"española.-(mira tu por donde)-No, no, debe ser sin duda una palabra hindú, probablemente...

Y seguía hablando, y gesticulando, y, la mujer pinchando bocaditos y comiendo menudito, como un pajarito.

Yo creo que era su primera cita... ella viuda, recuperada ya de la pérdida de su marido (médico), pero con el grato recuerdo de un matrimonio pleno y feliz.
Dos hijas.
O tal vez una sola...
no, mejor dos...

Él soltero y virgen, a lo mejor un amor platónico cuando estudiaba en la universidad, pero nada más.
El resto de su vida ocupada por los libros...

Se habían conocido en la fiesta de cumpleaños de un amigo común, habían intercambiado alguna anécdota y, de alguna manera, habían acabado quedando para ese día.
Ella tenía su primera cita al cabo de dos años, y el, por fin, un ser humano con quien hablar (no precisa nada más, o eso cree).

Primero, claro, una visita al Reina Sofía, y luego a comer al Ganga...

Acabé mi menú antes que ellos y me marché... así que no sé lo que pasó... pero imagino que saldrían del restaurante y caminarían un rato por el paseo del Prado... ella escuchando en silencio, con una media sonrisa de resignación en el rostro, y el intentando derivar Ganga de la raíz indoeuropea gag-, del latín gangus o del servo croata gagangi o vete tu a saber de donde...

Y entonces ella se detiene, alza la cabeza para mirarle sonriente y le dice:
-¿Armando?
-¿Sí?-responde sorprendido por la interrupción.
-Cállate un momento por favor.

Y, poniéndose de puntillas, le da un beso en los labios.

Fundido a negro.


Para Jaya.
(c) Sugarglider 13/12/07

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