domingo, 13 de julio de 2008

Warrambool/Milnguya, la Vía Láctea (una leyenda aborigen)

Antaño, los aborígenes australianos, contaban con la ayuda y protección de sus tótems (mah, murdu), que podían ser animales o plantas y con los que mantenían una especial relación, no pudiendo matarlos ni comérselos.
Cada hombre y cada mujer, tenían un tótem individual (yumbeai), pero así mismo contaban con otros colectivos, que compartían con el resto de miembros de la tribu, según el mayor o menor grado de parentesco que tuviesen con ellos.
Así, cada tribu estaba dividida en dos mitades, cada una de las cuales tenía su propio tótem. Y a su vez, cada mitad, se subdividía en distintas fracciones (a veces hasta ocho) que también tenían su tótem particular. El tótem era el antepasado, el ancestro que ligaba a la tribu y a la familia con los hechos acaecidos en el Tiempo del Sueño y con sus héroes.

…Y decían que había un río, un gran río, que no fluía por la tierra como los demás, si no que cruzaba el firmamento de un extremo a otro y que era el hogar de Ying-arpiya, el Gran Cocodrilo.
Y llamaban a este río Milnguya…

Una vez, en el lejano Tiempo del Sueño, cuando los hombres y los animales tenían la misma forma, Wahn, la Corneja y Baripari, el Quoll, que vivían en la costa, se juntaron para construir una trampa de pesca a la orilla del mar.


Baripari, el Quoll
Fuente: http://www.wikipedia.org/
Entre los dos acarrearon numerosas piedras y levantaron con ellas una empalizada.
La idea era que, cuando la marea subiera, cubriera el cerramiento de piedras, y, al bajar, lo dejara lleno de agua, quedando atrapados en su interior todos los peces que se hubieran aventurado a cruzar sus límites.
Wahn, la Corneja y Baripari, el Quoll, construyeron juntos la trampa de pesca, y con ella consiguieron abundante alimento para su gente durante mucho tiempo, lo que provocó la envidia de las tribus que vivían en el interior, pues el Pueblo Corneja y el Pueblo Quoll, no querían compartir con ellas el producto de su pesca.

Una noche en que la marea alcanzó su máximo nivel, Balin, el Barramundi, tótem y amigo de los Pueblos Corneja y Quoll, entró inadvertidamente en la trampa con algunos de sus parientes, y quedó encerrado en ella, junto con el resto de los peces.



Balin, el Barramundi
Fuente: http://www.wikipedia.org/

A la mañana siguiente, cuando Wahn y Baripari, bajaron a la playa para revisar la trampa, quedaron asombrados de la cantidad de peces que habían cogido aquella vez. Nunca habían tenido, desde que construyeran aquella trampa, una pesca tan afortunada.
Tan contentos estaban que, sin pararse a coger los peces y, lo que es peor, sin detenerse si quiera a liberar a Balin y a su familia, volvieron locos de contento al campamento, y, con sus familias, comenzaron a danzar para dar gracias a los dioses por su buena suerte.

Pero a Balin, el barramundi, no le hizo ninguna gracia que le dejaran allí encerrado. Enfadado con ellos, decidió castigarles, y sabiendo el resentimiento que se había creado entre las tribus del interior, se le ocurrió mandarles un mensaje diciendo: “esta noche la trampa de pesca de Wahn y Baripari ha funcionado bien, y han hecho más capturas que nunca. Por desgracia mi familia y yo también hemos quedado atrapados. Si venís a liberarnos, podréis coger a cambio todos los peces que queráis, pues Wahn y Baripari están entretenidos danzando con su gente, y cuando quieran regresar a la playa, vosotros ya habréis desaparecido con su pescado.”

Cuando las tribus del interior escucharon el mensaje de Balin, corrieron a la playa, entraron en la trampa y robaron todos los peces.
Pero viendo lo grande y gordo que estaba Balin, no quisieron liberarlo, si no que hicieron una gran hoguera en la playa, donde lo asaron junto a su familia y se lo comieron.

Al caer la tarde, Wahn y Baripari, seguidos de su gente, bajaron a la playa para recoger el fruto de su pesca, pero todo lo que encontraron fue la trampa vacía, las cenizas de la hoguera aún calientes y los huesos mondos de Balin esparcidos sobre la arena.
Aquello les llenó de dolor.
Entre llantos, los dos amigos, ahuecaron un tronco con sus hachas de piedra, y en el interior depositaron los huesos de Balin y su familia.
Después, heridos en lo más hondo por la ofensa sufrida, ansiosos de vengar la muerte de su tótem, atacaron con furia a las tribus ladronas del interior.
Pero las tribus del interior eran fuertes y numerosas, y pronto el Pueblo Corneja y el Pueblo Quoll se vieron rodeados.
Cuando comprendió que no tenían escapatoria, Wahn, la Corneja, tomó el tronco con los huesos de Balin.
“¡Seguidme!”, gritó a su gente.
Y echó a volar.
“¡Seguidme!”, gritó a su vez Baripari, y el Pueblo Quoll se elevó detrás de Wahn y su gente.

Volaron alto, muy alto, Wahn agarrando con fuerza los restos de Balin, subieron hasta el firmamento estrellado, hasta las oscuras y silenciosas orillas del Milnguya, hasta sus aguas negras, donde nada Ying-arpiya, el Gran Cocodrilo. Hasta allí arriba llegaron Wahn y Baripari con su gente, y encontraron el lugar tranquilo y agradable.
“Encendamos hogueras y sentémonos a descansar aquí, a la orilla del Milnguya” dijo Wahn, la Corneja.
“Encéndámoslas” convino su amigo Baripari.
Y así lo hicieron.

Y aún hoy, si levantas la cabeza al cielo, en una noche estrellada y sin luna, verás las orillas del Milgunya iluminadas por multitud de estrellas que son los las hogueras de los campamentos del Pueblo Corneja y el Pueblo Quoll. Se reconocen porque son esa larga cinta de estrellas que llamamos la Vía Láctea.
La niebla que siempre parece envolverla como una nube, es el humo de las hogeras, y si miras bien, podrás ver incluso el tronco hueco donde están guardados los huesos de Balin, y las plumas negras de Wahn la Corneja, y las pisadas de Baripari, el Quoll.
Y podrás ver el brillo de los dientes y las escamas de Ying-arpiya, el Gran Cocodrilo, que río arriba, río abajo, río abajo río arriba, nada de un lado para otro por toda la eternidad.

A partir de las versiones recogidas por W. A. Reed y Jennifer Isaacs.

© De esta versión en castellano (que no traducción) Sugarglider


Bibliografía:
-Gibbs, R. M. The aborigines. Pearson Education Australia Pty Limited. Melbourne 1996.
-Löffer, A (Ed.) Cuentos de los Aborígenes Australianos. Océano Grupo Editorial, S.A. Barcelona 2oo1.
-Reed, A. W. Aboriginal Stories. New Holland Publishers (Australia) Ltd. Sydney 2003.
- Reed, A. W. Aboriginal Myths, Legends & Fables. New Holland Publishers (Australia) Ltd. Sydney 2001.
-Isaacs, J. Australian Dreaming. 40000 years of Aboriginal History. New Holland Publishers (Australia) Ltd. Sydney 2005.

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